Ponte en
mis zapatos
Dedicado a aquellos que critican y juzgan sin ponerse en la piel del contrario.
Ponte mis zapatos: no son de seda, aprietan y a veces van muy despacio. Se desgastan con mirarlos, es lija el suelo en invierno y las miradas son de barro.
Ponte mis zapatos: llevan la edad envejecida de quién ha sufrido malos tragos. Tragos de Ron, Tequila y Ginebra sin sequía entre tus manos.
Ponte mis zapatos: son de hierro las suelas y de plástico los abrazos. De temblores vestidos de Prada y de lunares los pedazos.
Ponte mis zapatos: tan solo deberás tener en cuenta aprender a andar, antes de usarlos.
Un juicio inesperado,
un tono más alto de lo apropiado,
una mirada agresiva
o tu silencio como condena indebida.
Ir descalzo como si el tiempo no te atrapará
o los comentarios no te hicieran daño.
Ponte mis zapatos: La medida no es la correcta, el tamaño desmesurado, el color no combina con tus prendas y no existe gobierno para este barco.
El paso de los días, sin embargo, ha traído comodidad.
Ahora, todo es mejor desde la conformidad.
El suelo lo siento arena,
los tropiezos,
alas nuevas,
mis zapatos son mis remos. He aprendido a surcar los mares y a quitarme las cadenas.
Pero no eches barro entre mis piernas,
porque cuesta dar los pasos.
No escupas desde tu altura,
el camino hasta la hoguera
se hace lento y temerario.
No lapides al que está enfrente, porque aún no has estado en sus zapatos.
Aprende a vestirte con la piel del contrario.
Sus heridas hazlas tuyas sin que el daño te haga sentir un extraño.