Sol y Luna

El otro día tuve una cita con el sol y llegué tarde. Como siempre.

No espera.

Sus rayos de luz se apagan,

aunque le confiese que muero de pena.

No espera.

Se aleja con  una bocanada de aire caliente

y yo triste por no haber notado su aliento.

 

Núcleo de fuego

con corazón helado

por el tiempo.

Reniega. Reniega del viento

y se esconde en el horizonte 

cada día a la misma hora.

Sediento. Sediento de manos

que le rocen su abrasado cuerpo,

ojos que miren sus destellos,

labios que sacudan sus caprichos de luz,

oídos que escuchen la ceniza de sus plegarias,

almas que atiendan la suya,

encerrada tras rejas de olvidó

y mantos de cielo.

 

Pero no espera.

Llevo por corona sus miedos

y vivo perdido en el mapa claro de sus sueños.

Desespero en la breve huida

y lloro de desconsuelo

cuando se esconde

tras un horizonte de océanos de colinas

y  mares de montañas.

Y siempre llego tarde,

no alcanzo a descubrir qué esconde,

ni llego a conocer sus anhelos.

Su luz, que tanto admiro,  termina cegándonos.

Le veo cada día, pero él no atisba mis cráteres ver.

 

Hoy he vuelto a quedar con el sol.

No debo llegar tarde si quiero sentir su calor.

Esta vez es especial.

Esta vez no se me escapa.

Esta vez pienso luchar.

Por los dos.

 

– Luna:  ¡Espera!- grito como si aún me escuchara allí en el destierro. Y corro detrás de su luz, persigo sus huellas. Quiero llegar a la cima para ver brillar a la estrella más hermosa de este cielo. Alcanzo casi volando la cumbre de la montaña. 

 Le veo.

He llegado a tiempo, con el tiempo.

Le veo.

Luce elegantes colores,

radiantes brillos,

tonos de ensueño.

Se pasea dejando sombras llenas de luz

y envolviendo todo lo que toca

con sus rayos de vida, de tiempo.

Él ha visto cómo el mundo se rendía ante sus centelleos .

Sabe que es el rey de este firmamento.

– Luna: He llegado. A tiempo.

Sol  mira a Luna. Feliz por verla una vez más. Luna confiesa una vez más el delirio que quema su mar lunar.

-Luna: Cada noche salgo y tú escondes tu cuerpo. Apenas atisbo tu reflejo. Dame más estaciones para verte, para que tú luz de estrella empape mis sueños

-Sol: Sé que estás a mi lado, aunque te ocultes tras mi manto de fuego.

-Luna: Te quiero más cerca. Cómo hoy. Unidos casi como si fuéramos un mismo cuerpo.

-Sol: Somos un milagro digno de admirar.

-Luna: Quiero más.

-Sol: Sabes que no puedo. No puedes. No podemos.

-Luna: No debemos, pero podemos.

-Sol: Lo sabes, se apagaría la luz del mundo, se disiparían las mareas, perderían el equilibrio, desaparecería la vida tal y como la conocemos. Tu madre tierra nos diría adiós. Serían gélidas todas las estaciones, la naturaleza entera moriría sin excepción. Si nos marcharamos comenzaría el caos.

-Luna: Del caos nacen estrellas tan bellas como tú…¡ Seamos desorden, creemos confusión!

-Sol: Es un milagro verte, aunque sea a escondidas y tocarte cuando el Cosmos nos empuja a abrazarnos y eclipsarnos.

.

.

.

-Sol: Es tarde. Llegó la hora.

-Luna: Mañana te veré.

-Sol: No llegues tarde.

-Luna: No lo haré.

-Sol: Hasta el próximo eclipse

-Luna: Hasta el próximo atardecer.