Sangre

La he visto.

-Ya lo sé cielo. Está aquí. Yo también la siento. Arropándonos a todos.

– No. Te digo que la he visto, que he vuelto a verla, que la he sentido. He sentido sus labios besarme como la orilla a los juncos.

-Hermana necesitas descansar. El tiempo hace escaras en la memoria de tu piel.

¡La he visto! Se escondía entre las ramas de los árboles y bailaba con el rumor de sus hojas. La he visto en la parada leyendo un libro, en la cama recostada, en el espejo al que ya no me miro.

– Su esencia sigue con nosotros, pero las cenizas de su cuerpo vuelan sin rejas con el viento por un nuevo camino.

¡Que la he visto joder! ¡Que la he visto! A la sombra de mis padres, a la de nuestros ancestros, junto al arroyo de la noche la he visto. Me saludaba acariciando nuestro cielo, sonreía  acunándose de comisura a comisura, esquivando relámpagos de miedos, charcos de tormentas, huracanes vacios. La he visto cobijada debajo de un manto. Me arrastra hacia ella como afluente al río, como las hojas al otoño, como la nieve al frío.

– ¡No te dejes llevar! Aún en la vida queda mucho por lo que luchar. ¡Hermana! ¡Vuelve a sembrar!

– ¿Me pides que vuelva amar? Si se fueron con ella mis mañanas, mis canciones, mis sentidos. ¡Qué la he perdido hermana, la he perdido! De nuevo brota la sangre en este maldito camino. Mis manos están manchadas de su ausencia…

Anhelo rozar su pelo, sus «hasta luego», sus «no te vayas», sus «ahora vuelvo», sus «no te alejes que aquí hace frío». ¡Maldición! Oprime en mi pecho venganza insana y quisiera pactar con el diablo para que mi pequeña regresará.

-Ella querría que vivieras de nuevo, que volvieras a ser primavera, aunque el invierno quemara.

 Me arrastra al abismo y caigo gustosa a su suelo. Hermana me apago...

 

– ¡La he visto! ¡Hermana yo también la he visto! y en su huida me ha suplicado que desate tus nudos, desarme tus escudos y arme los míos, me ha pedido que siga tejiendo nidos de alegría y amor, que envaine espadas y destroce pesadillas, que surque el rizado océano de sueños y llene de gotas de deseos su oleaje. ¡Qué te salve hermana te salve! Que te rescate del mar de sombras rojas que te persiguen, que cierre tus heridas y limpie la sangre que viertes, que lo haga sin pedir permiso.

 

 [Silencio]

– ¿Eso te ha dicho?

– Me ha confesado en su huida que te quería y que te espera eternamente tras las puertas del cielo porque no puede estar en otro lugar nuestro angel bello …

– Se fue mi pequeña se fue …y yo me quedo…

PD: Dedicada a aquellos que sufren una gran perdida.