El sexo: la pequeña revolución

El sexo fue revolución contra la vida atada y la insana obsesión de no compartir el amor. El paraíso no es el Edén, es tu espalda, es viajar por tu piel descalza, rompiendo ideas y alcanzando sueños.

Como náufragos visitar puertos, sin mirar el barranco de tus miedos en un piso alquilado que por bahía tenga tu voz, robando al viento caricias con
desconocidos cuerpos que saluden besando al sol.

 

Jugar a ser abrigos los amigos, reivindicar el colchón como quien pide auxilio y por bandera cabalgar al son del vino. Ser gaviotas sin rumbo fijo, apagando luces como quien quema castillos.

 

No es justicia: lapidar la fantasía y premiar al asesino, penalizar la carne y agasajar al enemigo. Amaré cada pliegue de tu ser, mientras gima de alegría la pérdida de razón.  El sexo es revolución y la vida pasión.

 

Siembra en las cordilleras de Eva y bebe cerca de su altar. Me anclaré como espada de Arturo a tu piedra. Y no, no te dejaré marchar.

 

Dejaré que broten flores de lujuria en la isla del temblor. Somos ceniza que cualquier polvo funde al calor y cuerpos que anhelan sin ser traición.
Esa noche fue el sexo la pequeña revolución.