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Alicia descubre la magia al pasear por la maravillas del sueño, la bestia encuentra la flor más bella sin físico y con aliento, Jazmín vuela en las nubes con el príncipe gitano más tierno, Simba enseña a su hijo el valor de cada momento, la sirenita surca las olas y camina sin condición los obstáculos imposibles del océano.
¡Qué infancia tan dulce y cobarde! ¡Qué infancia tan maquillada de mentiras inventadas! ¿Qué ganarán haciéndonos creer que Dumbo vendrá volando para llevarse tu adiós?
¿Por qué quieren hacernos creer que dormiré profundamente y tu beso será mi despertador? ¿Por qué quieren que pensemos que las brujas morirán al causarnos dolor?
Nos atormenta la ilusión escabrosa y nada piadosa al imaginar que nuestras manos dejarán un día de trabajar para que con zapatos de cristal volemos al infinito y más allá.
En nuestro caso, por medio de estupefacientes que lo hagan en la mente realidad.
Todo es un montaje, nada más. No sabemos si nos engañan o nos dejamos engañar. Son películas que de algún modo nos hechizan en la infancia y su poder se propaga con la edad, dejándonos cero oportunidades para un desastroso final.
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