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Mujer valiente

A todas las mujeres  y su poder de intuición, que no maldad.

Reacciona como una culebra

y se desliza suavemente.

Tranquila atisba a su presa,

aquella que está en su mente.

 

Ven el gran silencio que quiebra

solo Eva y sus  mujeres.

Solo ellas saben cuál hembra

abrazar a cien mil serpientes.

 

Ya advertí y anuncié este frente:

Expertas en  mil sacrificios

siempre averiguan la fuente

y salidas del laberinto.

 

Se agazapan entre los mitos.

Pelaje de leona prudente

Piel preciada de un  anfibio.

Astucia de zorra decente.

 

Por túnica, magia de Oriente.

Huellas detecta cual sabuesa.

Escuchan de ocaso a poniente,

Dialogar suelen con cautela.

 

Esto fue un castigo divino,

un don que intuye e interpreta

complot de enemigos y amigos.

 

Recostado cual dócil león,

el hombre observa el horizonte:

Solo ve terreno, no huellas

Oye pasos, no al adversario.

Siente mamíferos, no presas;

 

Percibe el viento, no el sigilo;

Ellos discuten si es preciso,

sin precisar bien los sentidos.

 

Mientras tanto, la mujer buena

se contonea  y ríe, sutil.

La maldad no viaja en sus venas.

 

Solo Dios les ha dotado a ellas,

defensoras libres del civil,

para cazar sin ser cruel ni vil

a quien el cielo no espera.

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